Por Florencia Coronel.
¿Qué hay detrás del doble femicidio de Córdoba? ¿Un psicópata, una mente criminal o un crimen por odio? ¿Qué hay detrás del doble femicidio de Córdoba? ¿Un psicópata, una mente criminal o un crimen por odio?
Pablo Laurta, hoy acusado del doble femicidio de su expareja y su exsuegra, del secuestro de su hijo, sospechoso de haber asesinado a un remisero y de otros posibles delitos, vivía zambullido en las filas del odio antigénero, al punto que se expuso como una supuesta víctima de la "injusticia feminista". Una posición que ratificó, en las últimas horas, cuando ante la prensa dijo que "fue a rescatar a su hijo", al ser consultado si estaba arrepentido de lo que había hecho.
Pero, la pregunta que surge ante tal nivel de sadismo y dramatismo, en un nuevo caso que conmueve a la sociedad argentina, es: ¿Qué hay detrás del doble femicidio en Córdoba? ¿Un psicópata, una mente criminal o un crimen de odio?
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"Es muy importante no patologizar la violencia de género", explicó Agustina Rojas, psicóloga especialista en Psicoterapia Gestáltica y Perspectiva de género (MP 801), en diálogo con EL LIBERAL.
En ese sentido, profundizó: "Considero sumamente importante no reducir un hecho tan complejo como éste a un diagnóstico como psicopatía o mente criminal, porque lo que se observa en casos de femicidios, y especialmente en un doble femicidio como este, es la expresión extrema de la violencia por motivos de género".
"Claramente, es un crimen de odio, dirigido a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Y no son hechos aislados, sino que responden a patrones sociales y culturales, que toleran e invisibilizan el machismo, la desigualdad y la violencia sistemática contra las mujeres", sumó.
"Por eso, además de entender el perfil individual del agresor, es fundamental mirar el contexto social, legal y cultural que permiten que estos crímenes ocurran y sigan sosteniéndose a lo largo del tiempo", subrayó la especialista.
Laurta, de nacionalidad uruguaya, asesinó a su expareja, Luna Giardina (24), y a su exsuegra, Mariel Zamudio, a balazos, y posteriormente huyó con su hijo de 6 años, Pedro.
La joven madre lo había denunciado reiteradas veces por acoso y hostigamiento. Incluso llegó a Córdoba, escapando de Montevideo con su hijo, luego de que Laurta intentara ahorcarla. A raíz de ese ataque, la justicia le había otorgado un botón antipánico que, trágicamente, no llegó a activar el día del femicidio.
Desde ese entonces, Luna no volvió a vivir en paz. De hecho, previo a los asesinatos, vecinos del barrio Villa Rivera Indarte, en Córdoba, contaron que el hombre merodeaba la zona, trepaba muros para espiar la casa y que incluso llegó a esconderse tres días en el tanque de agua. En un audio, que trascendió y está incluido en la investigación, la mujer le pedía a una vecina que avisara a la Policía "si veían algo raro". Sin embargo, nadie pudo evitar el brutal desenlace.
Los investigadores establecieron que Laurta entró en la madrugada del miércoles 8 de octubre a la vivienda de las mujeres y las mató a ambas a balazos. Después del doble femicidio, secuestró a su hijo y escapó. Así, el asesino "coronaba" su plan criminal, que incluyó días de logística y preparación.
"Un femicida no actúa de manera espontánea, ni de una manera irracional. Desde la perspectiva psicológica, un femicida actúa en base a sus patrones de pensamiento y de conducta, que suelen estar atravesados por ideas de control, de poder, de posesión - en este caso- sobre las mujeres.
Psicológicamente hablando nos referimos a patrones conductuales y cognitivos que están sostenidos por patrones de socialización patriarcal. Esta creencia y certeza de que se puede ejercer dominio sobre otra persona. No se trata de 'momentos', sino que son procesos sostenidos de violencia, elaborados y justificados internamente por estas creencias, que están reforzadas por un entorno que normaliza la desigualdad de género. Eso me resulta muy importante tener en cuenta al momento de pensar cómo se estructura la mente de un femicida o de una persona que ejerce violencia por motivo de género", explicó la psicóloga.
En este sentido, consultada sobre un posible pedido de inimputabilidad por parte de la defensa del asesino, la especialista explicó que ese atenuante "solo se aplica en casos donde la persona, al momento del hecho, carece totalmente del discernimiento. Algo que no suele suceder en los femicidios porque, por lo general, suelen ser planificados y ejecutados con plena consciencia. En la mayoría de los casos, el agresor entiende perfectamente lo que hace y lo hace para ejercer poder y no por perdida de juicio".
"Es muy importante no patologizar la violencia de género, reducir un femicidio a una cuestión de salud mental termina desviando el foco del problema estructural, la cultura de dominación, la falta de prevención, las políticas públicas ausentes y la tolerancia de la sociedad hacia la violencia de género", destacó Rojas.
La disputa por la tenencia de su hijo era una obsesión para Laurta. De hecho, su última publicación fijada en la red social X era un artículo titulado: "Cómo la justicia feminista de Córdoba mantiene a un niño secuestrado en Argentina en un contexto de extorsiones y explotación infantil", en referencia a su propia situación. Pero, ¿el niño era un trofeo o un móvil para su venganza?
Al respecto, la especialista explicó: "El accionar del femicida suele estar más vinculado al castigo y a la venganza en contra de la madre, más que apropiarse del niño como un trofeo. Desde la perspectiva de género, desde la psicología también, estos crímenes reflejan una dinámica de control y de violencia extrema. Las víctimas directas no son solo las mujeres, sino también el entorno que los rodea, incluido el niño. Los agresores, por lo general lo que intentan es imponer su poder, destruir los vínculos significativos y por supuesto generar daño emocional profundo, porque así refuerzan el sentido de dominio sobre las mujeres y sobre su entorno. Es un acto deliberado de violencia, que deja secuelas muy profundas en el niño y en el entorno".
Asimismo, Rojas precisó que en este tipo de casos, "la violencia se convierte en un medio para afirmar dominio, humillar y aterrorizar, transformando el crimen en un mensaje de poder, que busca impactar y marcar a su entorno".
"Entiendo que nos lleve el morbo a pensar cuáles son los caminos que puede llevar a una persona a ciertas conductas o situaciones, pero es muy importante no desviar el foco de todas estas cuestiones que son estructurales y que hacen posible a que suceda una situación de violencia extrema como ésta. Sin intención de patologizar la acción en si, sino entenderla como expresión de violencia por motivos de género", completó.
Contención, acompañamiento y reconstrucción
Estrella, la madre del acusado por doble femicidio agravado y sustracción de menores, se puso a disposición de la Justicia para cuidar a su nieto si es que no hay ningún tutor disponible. Sobre ello, Rojas consideró: "En general, no suele ser recomendable que el niño quede bajo la tutela directa de la familia del femicida. Hay que tener en cuenta el impacto emocional y simbólico que implica para el niño crecer en un entorno que está directamente vinculado con el femicida, que es quien ha destruido su núcleo familiar".
"Es primordial garantizarle al niño un entorno seguro, estable y emocionalmente reparador. Además, que sea un entorno familiar para él, que sea conocido"
Asimismo, la especialista hizo hincapié en la importancia "del acompañamiento interdisciplinario constante". "La prioridad siempre tiene que ser el bienestar del niño y no las necesidades afectivas de los adultos. Además, el niño también termina siendo una persona en situación de violencia porque esta situación le ha arrebatado su núcleo familiar. Por eso, su recuperación requiere de protección integral, de atención especializada y de una red que no reproduzca violencia, por sobre todas las cosas".
Para finalizar, destacó la necesidad de "una red institucional que proteja los derechos del niño, porque no solo se trata de contenerlo emocionalmente, sino de reparar el daño psíquico y simbólico que implica haber perdido a su madre y su abuela en un acto de violencia extrema".








