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La poesía que borra las fronteras

24/06/2017 21:34 Viceversa
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La poesía que borra las fronteras La poesía que borra las fronteras

Con el apoyo del Sistema Federal de Medios y Comunicación de Presidencia de la Nación, del CCK y de las Embajadas de distintos países, pasó la XII edición del Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires FIP 2017, logrando reunir bajo el mismo fogón de la palabra, a 35 poetas de 17 países.

Por nombrar algunos, el encuentro reunió al uruguayo Dani Umpi, el español Jaime Siles, el ecuatoriano Edwin Madrid, Helena Sinervo de Finlandia, Lina de Feria de Cuba y la chilena Carmen Berenguer. Hace doce años que este Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires continúa sus ediciones de manera ininterrumpida con los mismos propósitos que tuvo en sus orígenes: dar lugar a las nuevas formas de decir la poesía y con los nuevos formatos, digitales, canciones de distintos géneros y otras disciplinas del arte.

El poeta santiagueño Juan Leguizamón, contó a Viceversa su experiencia en dicho encuentro, y su mirada sobre la trascendencia del encuentro y los cinco días que duró la muestra, que incluyó lecturas y otras actividades en el CCK de Buenos Aires, con un fuerte acento en la mezcla de estéticas, unión de expresiones antagónicas e inclusión social.

¿Qué te dejó de aprendizaje poder compartir con otros poetas del mundo esta experiencia de ser partícipe del FIP 2017 en Buenos Aires?

-Tuve la posibilidad de conocer al gran Jaime Siles, a la poeta y “emperatriz” de la contracultura chilena Carmen Berenguer y Carola Jerez, poeta y performer; al escritor y performer del uruguayo Dani Umpi, entre otros. Me tocó leer la traducción del poema "Migajas" de Anja Golob, excelente poeta eslovena. También conocí a Helena Sinervo, premiada poeta de Finlandia, Geneviève Huttin de Francia y Louise Desjardins de Québec, el portugués Filipe Sarmento y el napolitano Lello Voce. Además del gusto de coincidir con Griselda García y Enrique Solinas, Eduardo Espósito, Marta Miranda, Reyna Domínguez, Laura López, Silvia Montenegro, entre otros.

Hay preocupaciones compartidas acerca del lenguaje y la potencia de la palabra, y un hurgar en el combate entre ser y estar en el mundo. Cito un verso que leyó Jaime Siles (del poema “Dios en la Biblioteca”, de su libro “Himnos tardíos”): “No hay filología mayor que la existencia”. Por otro lado, la diferencia específica de los idiomas vuelve patente que cada lenguaje, en su sonoridad propia, cadencia y significado, nos hace experimentar la distancia entre la traducción y la lengua de origen del poema, que en las lecturas en voz alta se aprecia fuertemente otra rítmica de la lengua, lo cual es parte de la experiencia poética del lenguaje. En síntesis: me queda claro que la poesía es sentido pero también sonoridad, fraseo, acento o tonada y ritmo de la lengua en que se dice. Incluso que podríamos componer algo sin sentido en castellano, solo atendiendo a las otras cualidades, la plástica de la palabra y la voz (parecido a escuchar piezas instrumentales). Capítulo aparte es conocer la poesía de España y América Latina, que nos hace percibir el ser y el mundo de otra manera aun en el idioma compartido. En fin, podemos apostar que eso también suele ser la poesía: cuando tu “propia” lengua parece otra.

¿Hay realmente una visibilización nacional entre los lectores y poetas acerca de las producciones poéticas que provienen del interior del país?

-Creo que eso está ocurriendo, en este Festival escuchamos poetas de otras lenguas pero también de las variantes de nuestro país, y en las sucesivas ediciones participan poetas de diferentes ciudades de Argentina. En el caso de Santiago participó en otra edición Julio Salgado, por ejemplo. Ahora creo que las redes sociales, páginas y blogs son un aspecto importante en cuanto a contactar e invitar a poetas -como fue en mi caso- además de las tradicionales recomendaciones.

 La música y la poesía siempre estuvieron muy ligadas ¿Cómo ves la inserción de la poesía en otros terrenos del arte?

-Además de la clásica lectura, el festival promovió nuevos formatos, una directriz que subraya su directora Graciela Aráoz. Por ejemplo en dos de los seis talleres propuestos (sobre redes sociales del portugués Luis Filipe Sarmento y sobre oralidad, rap, spoken word del italiano Lello Voce) y se mostró un vínculo fuerte entre poesía, cuerpo y música. Por un lado, a través de las denominadas “performances” (acciones que vienen del arte contemporáneo) de Carmen Berenguer y Carola Jerez Berenguer, Dani Umpi o Nicolás Domínguez Bendini. Luego hubo intervenciones informales de poesía cantada a capela, y en las lecturas formales hubo poemas con pasajes cantados como en los casos de Graciela Perosio y Enrique Solinas. Esto aparte de la poesía musicalizada en el sentido tradicional de transformar una poesía en canción.

¿Cuál es el estado actual del género poético en Santiago del Estero a partir del surgimiento de nuevas voces y sus estilos?

-En efecto, existe un panorama diferenciado, no solamente por las edades y tipo de formación o educación, sino también por los estilos y maneras de encarar la escritura poética. Eso nos lleva a un momento muy interesante donde la variedad de temas y tonos comienza a difractar la escena local. Desde hace un tiempo hay gente nueva que se anima, junto con otros, en grupos más o menos constantes pero con mucha libertad, a compartir lo que escribe en las redes o blogs, publicar en papel y/o leer en público. La escena está abierta y es de esperar que se diversifique y expanda aún más, incluso en términos socio-culturales como ya sucedió en otros puntos del país.

 ¿Cómo ves al género dentro del mercado vinculado a los consumos culturales actuales?

-Siempre se dice que la poesía es un pequeño mundo aparte en el gran mercado de consumos culturales, el que solo mide en grandes números de objetos consumibles en formato libro. De todos modos, es notable observar que la poesía circula y se vende en su propia escala. En eso tienen que ver los nuevos emprendimientos editoriales, de distribución y las ferias. No se vende lo que no se puede hojear y mirar. Un libro puede llamar la atención en un exhibidor de librería, por internet o en las ferias, se compra tal como antes se compraba un disco: por el título y la tapa, por haber leído algo suelto en las redes, por la editorial, además de las recomendaciones o referencias de su “onda”. No solamente los que escriben compran poesía, hay lectores de poesía que se dedican a otra cosa, artística o no, pero hay que llegarles, acortar distancia, poner a mano de quien sea las publicaciones, visibles y a mano.

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