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LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES: UNA SANA COSTUMBRE

12/08/2023 21:10 Viceversa
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Hoy, millones de ciudadanos comenzaremos el ritual que se ha hecho hábito en los últimos cuarenta años de elegir a quien conducirá los destinos del país durante el próximo cuatrienio. Es la 32° elección popular de un presidente argentino. Este año 2023 se ha convertido en un tiempo de conmemoraciones importantes en cuanto a su distancia en la historia. Desde la sanción de la Constitución Nacional en 1853 han transcurrido ciento setenta años en los que hemos asistido a 31 elecciones presidenciales. Desde la restauración de las instituciones democráticas en 1983 se cumplirán el 30 de octubre cuarenta años de vigencia irrestricta de las normas constitucionales, y además este 10 de diciembre el quinto presidente consecutivo cumplirá su mandato completo por primera vez en la historia nacional. Desde aquel 1° de noviembre de 1853 hasta hoy han sido elegidos por el voto 31 presidentes de la Nación. Fueron primeros mandatarios además vicepresidentes que asumieron por renuncia del presidente, como Carlos Pellegrini, José Evaristo Uriburu, Ramón Castillo, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Reemplazaron al presidente cuando murió en el cargo los vicepresidentes José Figueroa Alcorta, Victorino de la Plaza y María Estela Martínez de Perón. En un caso original, luego de la destitución de Arturo Frondizi asumió José María Guido, presidente provisional del Senado, jurando ante la Corte Suprema de Justicia, en el único caso de una sucesión que fue constitucional pero que las circunstancias históricas no permitieron considerarlo ni presidente democrático pleno ni dictador. Esto ocurrió en 1962 y duró la experiencia un año y medio. Por eso, hoy transitaremos por las distintas elecciones presidenciales, sus características y sus curiosidades, que esperemos sirvan de inspiración para cumplir con nuestro deber cívico de la mejor manera.

LAS ELECCIONES EN LOS TIEMPOS DE LA CONFEDERACIóN

Las primeras elecciones presidenciales de la historia se celebraron el día de Todos los Santos de 1853, el 1° de noviembre. Quedaba atrás así un período de varias décadas de intentos constitucionales, donde habían fracasado las sanciones de las Cartas Magnas de 1819 y 1824 y los experimentos de gobierno central unipersonal de los Directores Supremos entre 1814 y 1820, además de las presidencias legales preconstitucionales de Bernardino Rivadavia en 1826 y de Vicente López y Planes en 1827. La sanción de la Constitución Nacional el 1° de mayo de 1853 fue un hito fundamental en la organización nacional, lastimado por la secesión de la provincia de Buenos Aires, que decidió revolucionariamente apartarse de la Confederación Argentina el 11 de septiembre de 1852, fecha que, en forma sorprendente, sigue siendo conmemorada en la capital de los argentinos con el nombre de la estación cabecera del ferrocarril Domingo Faustino Sarmiento. Participaron de aquella elección pionera de 1853 varios candidatos federales: Justo José de Urquiza, Pedro Ferré y Benjamín Virasoro; otros unitarios como Salvador María del Carril, Mariano Fragueiro, José María Paz y Facundo Zuviría, además del independiente Vicente López y Planes. Si bien no hay registro del acto comicial, se calcula que votaron unos pocos miles a lo largo y a lo ancho del país que llegaba apenas al millón de habitantes y resultó presidente votado por los colegios electorales el general entrerriano Justo José de Urquiza el 20 de febrero de 1854. Como en la elección del vicepresidente no hubo mayorías, el propio Congreso Nacional eligió al más votado, el sanjuanino Salvador María del Carril. Hay que destacar que la primera fórmula presidencial argentina estuvo conformada por dos dirigentes de los partidos que se habían enfrentado cruentamente en las guerras civiles. Ese gobierno sería el primero de muchos que terminarían su mandato tal como ordenaba la Constitución. En 1859 se llamó a elecciones para elegir al sucesor del primer presidente constitucional y se desató una lucha política entre el ministro del Interior Santiago Derqui y el vicepresidente Del Carril por la candidatura oficialista, quedando establecido que quien ejercía en una fórmula presidencial alguno de los dos cargos, no podía aspirar a ser elegido en el otro en el período inmediato. En los primeros días de 1854 fue electo el cordobés Derqui, acompañado por el veterano militar puntano Juan Esteban Pedernera, nuevamente una fórmula de consenso entre un federal y un unitario. La sede de gobierno de estas dos presidencias confederadas fue la ciudad de Paraná.La presidencia de Derqui quedaría trunca en 1861 por los eventos que llevaron a la unificación de la República luego de la batalla de Pavón, que produjo la incorporación de Buenos Aires a la Confederación, que pasaría a llamarse desde entonces Nación Argentina y lo haría con el predominio del porteño Bartolomé Mitre.

LAS ELECCIONES EN LOS TIEMPOS DE LA REPúBLICA UNIFICADA

Terminado el proceso de unificación, el Congreso Nacional convocó a elecciones para proveer la presidencia entre el 27 de agosto y el 6 de septiembre de 1862, fecha en la que fueron nombrados los electores que eligieron en forma unánime a Mitre, con 133 votos positivos y 23 abstenciones. Para acompañar al antiguo gobernador de Buenos Aires fue elegido el cordobés Marcos Paz, siendo el primer binomio cuyos dos integrantes pertenecían al mismo partido: el liberalismo nacionalista. Hay que destacar que se votaba en los atrios de las parroquias, tomando la jurisdicción religiosa como electoral y se hacía a voto cantado, registrando el jefe de la mesa la expresión ciudadana, que claramente se veía forzada en su decisión por la presencia de las barras partidarias. Dando cumplimiento al precepto constitucional que marcaba una distancia de seis meses entre la elección y la asunción del cargo, se convirtió en ritual el mes de abril para la convocatoria electoral. Así el domingo 12 de abril de 1868 varias decenas de miles de ciudadanos optaron por los electores que llevaron al sillón de Rivadavia al sanjuanino independiente Domingo Faustino Sarmiento, acompañado por el autonomista porteño Adolfo Alsina. Sería la primera de las tres elecciones presidenciales de un ausente: Sarmiento era el embajador en Estados Unidos y el hecho se repetiría en 1914 con Roque Sáenz Peña, embajador en Italia y en 1922 con Marcelo T. de Alvear, embajador en Francia. Establecido un domingo como fecha electoral, el 12 de abril de 1874 resultaría elegido el tucumano Nicolás Avellaneda junto al porteño Mariano Acosta para conducir el país en una alianza entre autonomistas y nacionalistas. No fue el resultado aceptado por el liberalismo porteño de Mitre, quien encabezó una rebelión que terminó fracasando. Seis años después se convocó a comicios para el 11 de abril de 1880, eligiéndose electores que demoraron la nominación del presidente a causa de la crisis política provocada por el enfrentamiento entre la provincia de Buenos Aires, gobernada por el liberalismo nacionalista y el gobierno federal. Lentamente se fueron reuniendo en cada provincia los colegios electorales y recién el 9 de octubre fueron proclamados el tucumano Julio Argentino Roca y el porteño Francisco Madero como su vice, en medio de los combates entre la guardia provincial y el ejército nacional. La asunción fue a los tres días de la reunión de la Asamblea Legislativa que los consagró. La costumbre se fue afianzando y el 11 de abril de 1886 fueron elegidos en forma indirecta el cordobés Miguel Juárez Celman y el porteño Carlos Pellegrini; el 10 de abril de 1892 el porteño Luis Sáenz Peña y el salteño José Evaristo Uriburu; el 10 de abril de 1898 se optó por la fórmula conformada por Roca, el primer reelegido de la historia y el porteño Norberto Quirno Costa; el 10 de abril de 1904 se consagraron el porteño Manuel Quintana acompañado por el cordobés José Figueroa Alcorta, siendo Quintana el primer presidente en morir en el cargo el 12 de marzo de 1906. Finalmente en 1910 se produjo la última elección presidencial a voto cantado con la elección del porteño Roque Sáenz Peña junto al salteño Victorino de la Plaza, el 13 de marzo de ese año. En 1912 se discutió en el Congreso Nacional la gran reforma electoral que el presidente R. Sáenz Peña propuso al país, y desde entonces quedó consagrado el voto secreto, a través de la elección de boletas de papel en un cuarto oscuro; universal ya que el ciudadano no debía reunir ninguna condición especial salvo su calidad de tal y la edad; y obligatorio, con el propósito de comprometer a toda la población en la construcción de la democracia argentina. Vale destacar que en muy pocos países del mundo las mujeres votaban, por lo que puede considerarse de gran modernidad la reforma que impuso la ley 8871, que sancionada el 10 de febrero de 1912 ha pasado a la historia como ley Sáenz Peña. Vale destacar que desde 1854 lentamente fue aumentando a pesar de las características poco amables del voto cantado la cantidad de ciudadanos que fueron sufragando. De un tímido 1% de la población se llegó a una cifra cercana al 20% de participantes en las elecciones iniciales del siglo XX. Hasta 1916 fueron elegidos 11 primeros mandatarios. Queda para el próximo domingo, en estas queridas páginas de EL LIBERAL, seguir adelante con el relato de las elecciones presidenciales argentinas, en los tiempos del voto secreto, universal y obligatorio, de las elecciones directas y el voto femenino, y desde la reforma constitucional de 1994. Como dijo Sáenz Peña en 1912, “quiera el pueblo votar”. Nos vemos en el cuarto oscuro. l

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