Cronicas coloridas Cronicas coloridas
Cada vez que pienso en personas, pienso en colores. Estoy muy convencida de que si me pierdo, puedo encontrar un diseño de mi hermana en la ciudad, aunque ella no me haya comentado sobre su trabajo. Las distintas tonalidades del gris y el negro muestran nuevas facetas cada vez que ella me dice: "hermana, no sabes el espacio que acabo de crear, una locura".
Es innegable que nacemos con un color; mi papá es de color borravino, un bordo sanguíneo como un buen cabernet. Los colores siempre fueron nuestro gran idioma secreto, igual que ese hermoso Club Atlético Independiente del que orgullosamente soy adicta.
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Pienso en rojo, amo los cuentos con sangre, poemas con pasión: todo o nada. Cables, etiquetas, polleras, todo en rojo. Cuando conocí la obra de Maite Yachelini, la artista dueña del color rojo, sentí ese reconocimiento mudo de quienes habitan en el mismo planeta. Se fue demasiado pronto, lamento nunca haber podido hacer una colaboración con ella.
Es la paleta de nuestra alma, de nuestra aura. Me siento cercana a algunos colores y distanciada de otros: tengo una pequeña guerra con el color amarillo, pero soy aliada del naranja. Pensar en estos colores cálidos es pensar en Daniela Rafael, en todos sus cuentos extravagantemente lógicos, en piel bronceada, en una sonrisa sin fin.
Descanso mis ojos en el color verde que nace de Lorena, pero me largo a llorar tan solo de pensar en el azul. Cuando largamos con la Garganta Diversa, visité distintas tonalidades del azul y el verde. Laura Rojas cercana al morado, y Daniela Autalán, hermanada con el color verde oscuro.
Un punto aparte son los rayos violetas que salen de Estefanía Páez Jiménez. Luz y oscuridad, misterio, pero no necesariamente en la penumbra de la muerte. Mis hermanas Eugenia y Rocío comparten el mismo color rosa pastel, tan dramáticamente bello, tan interminable como el primer amor. Pasionario y afín a mi color rojo, a mi sangre.
Hace poco conocí a una artista que no teme ni escatima en el uso de colores: Graciela Soria. Otra amiga de los colores y collages, inquietantemente vestida de negro, me sentí cómoda con su plaqueta de colores, y con esa muestra de cariño que fue su muestra: "Cosas del querer".
Pasan los colores, pasan las personas, pero, aunque intente pensar la vida con nuevas y elegantes teorías, me sigue faltando un tono en mi plaqueta de colores, desde hace un par de meses. Solo espero volver








