Por Belén Cianferoni.
Crónica de los chismes en cuatro reglas Crónica de los chismes en cuatro reglas
Amo los chismes, Dios me perdone, pero dios también me puso en este cuerpo y en mi barrio, así que Los chismes no solo en una peluquería, una sala de profesores, un grupo de WhatsApp de amigos, bienvenidos sean. Hay cosas que una no elige como el barrio, el apellido, el grado de humedad con el que se levanta la mañana. Y los chismes. Porque el chisme, como el dengue y la guaracha santiagueña, se propaga sin pedir permiso.
Yo no me considero una chismosa profesional, pero tengo buen oído y mala memoria. Y cuando te toca vivir en una provincia donde la temperatura y las noticias corren con la misma intensidad, una termina aprendiendo a separar el dato frío del verdadero jugo del asunto.
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Porque ojo, chismear no es repetir. Chismear es arte. Hay reglas no escritas, códigos de honor y una intuición que solo se desarrolla con años de entrenamiento en la cola del banco, en el pasillo del hospital o en la silla de la peluquería mientras te hacen reflejos. Los chismes que tienen olor a agua oxigenada y amoníaco son los mejores. Esos chismes de peluquería que escuchar con mucho esfuerzo para agudizar el oído entre el secador de pelo y las risas. Estuve pensando en algunas reglas para poder guiarnos y saber degustar un buen chisme que nos haga disociar por un buen tiempo.
Regla N°1: El chisme tiene que tener consecuencias. Si no cambia nada, es dato inútil. "San dra se compró una licuadora" no es chisme. "Sandra le pidió la licuadora al marido de su mejor amiga" eso sí. Ya hay trama, personajes, tensión dramática. Merece una ronda de mate, porque de dónde saca tanta con fianza esa Sandra para pedirle la licuadora al marido de su amiga. El cuándo, el dónde ufff, lo que nos lleva a la siguiente regla.
Regla N°2: Nunca se entrega un chisme completo de entrada. Se dosifica, como el perfume caro. Primero se dice "¿Sabías lo de Sandra?" Se deja espacio. Se observa la reacción. Si la otra persona abre los ojos y se acomoda en la silla, es hora de seguir. Si te dice "¿Sandra quién?", abortas misión y te mandas un "No nada, una estupidez, tiene una nueva licuadora".
Regla N°3: La fuente es sagrada (pero se puede disfrazar) Nunca se dice "me lo contó Sandra". Se dice "me llegó por alguien que trabaja en el quiosco de al lado". O mejor: "me enteré, pe ro no puedo decir por quién". Eso da misterio, intriga, prestigio. Si tienes una fuente confiable, cuidala. Que te cuenten algo dos veces no es casualidad: es que confían en vos. O que sos buena repitiendo.
Dios bendiga a las conservadoras del patrimonio oral de los barrios. A las personas que tienen una base de datos mental don de archivan los chismes por categoría: amo ríos, peleas de herencia, robos misteriosos y retornos inesperados. Gracias por matarme la depresión y acompañar los mates.
Recordemos que, si un chisme sobrevive más de dos semanas sin desmentida oficial, pasa a ser verdad aceptada por la comunidad. Ejemplo: que a Carlitos lo echaron por ponerse a bailar chamame con la jermu del patrón. Nunca nadie lo confirmó, pero todo el mundo lo cree. Hay que tener cuidado, mucho ojo, una cosa es chisme, otra cosa es dañar ridículamente.
Regla N°4: No todo lo que circula es chisme.
El chisme bueno se huele. Tiene sabor y gusto. Viene con detalles que no suman nada, pero le dan textura. No es "se pelearon". Es "ella se enteró porque vio el peine del telo en la guantera del auto de él, y encima guardo él jabón chiquito el muy rata". Ahí sabes que alguien se tomó el trabajo de mirar, recordar y contar. Y eso se agradece.
Ahora bien, también hay que saber cuándo callar. Porque el chisme, como el vino, embriaga si no sabes cuándo parar. Si repetís todo lo que escuchas sin filtro, te vuelves Radio Pasillo. Y ahí ya no sos cronista de barrio: sos parlante ambulante. Compro Doña, compro, compro. Es molesto e incómodo.
El otro día, una vecina me dijo algo tan tremendo que me mordí la lengua para no contarlo. Me duró tres días el silencio. Al cuarto, se lo conté a mi tía, que está sorda y no usa celular. El chisme no se murió, pero quedó a salvo del escándalo. Saludos a la Pochita, queda entre nosotras.
Porque, así como existen los secretos a voces, también existen los chismes con destino. Y el buen chisme, como la buena poesía, necesita audiencia, pero también respeto. Hasta el próximo chism crónica. Saludos.