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Cuando escribir es "un dibujo de garabatos cual palabras"

08/01/2012 04:00 Viceversa
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HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO“Libro/e juego” es el libro objeto de literatura infantil que acaban de publicar los participantes del taller de escritura y lectura y de artes plásticas de Maón Tipulí, un espacio integral dedicado a la salud mental que trabaja sobre el lazo social y la producción subjetiva.

“Este libro surge del encuentro de dos talleres. El año pasado trabajamos haikus que es la poesía japonesa con una estructura mínima y muy precisa y aparecieron trabajos alucinantes”, cuenta en diálogo con Télam, Andrea Lemelson, directora del Programa de salud mental Maón Tipulí que pertenece a la Fundación de Jabad.

“Quedamos sorprendidos y muchos que antes escribían ensayos tomaron esto para producir estéticamente, lo que permitió que se empezaran a soltar y a jugar un poco más”, agrega.

“Navegamos por la literatura infantil, sus sonidos-recuerdos-inventos-infancias. Creaciones de palabras-juego para otro que es un niño”, dice el volumen del que son parte 18 autores que van a los talleres de Maón Tipuli, que quiere decir “morada terapéutica” en hebreo y que funciona como dispositivo de acompañamiento para el armado de nuevos lazos sociales y producciones desde la subjetividad creativa.

El resultado es una cuidada edición a cargo de Deborah Lapidus, con “escrituras, pinceladas y mataburritos” donde en haikus, poemas y cuentos mínimos se apela al lenguaje literario para chicos, con expresiones de memoria lúdica y dosis juguetonas en las palabras.

“Una de las participantes conectó en su historia cuando le leía cuentos a sus hijos. A raíz de esta propuesta empezamos a explorar la literatura infantil. Al principio costó, parecía que lo infantil era medio tonto. Tuvimos que construir previamente un interlocutor, que es lo más interesante del género”, dice Lemelson y traduce: “En términos clínicos es necesario que haya otro para quien se escribe, en este caso eran niños”.

En los textos esta búsqueda se plasma en diferentes momentos, llevando a los pequeños lectores a mundos coloridos, fraternales, sorpresivos, donde cada autor “pinceló” imágenes de su pasado, pasajes fuera de tiempo, juegos de imaginación acuarelables e inspiraciones a mano alzada: “En definitiva, el acto creativo”, escriben.

La producción de “Libro/e juego” les llevó un año y dejó “marcas indelebles”. “Fuimos a la biblioteca infantil, buscamos cuál es el lenguaje que se usa. Planteamos juegos de cocinas con palabras y empezaron a soltarse”, puntualiza la directora.

“La técnica del taller -ilustra- es incomodar a cada uno de los participantes en sus puntos de repetición, por ejemplo, a quien escribe en muchas hojas le decimos que escriba lo mismo en tres renglones y se da entonces el encuentro con lo propio a partir de la distancia”.

Aníbal Barán, que en el apartado final “Rídiculum Vitae” se describe a sí mismo como “Mister-io argentino, nació en 1960. Tiene 51 años de edad, mente-actual maontipulina” escribió un cuento mínimo que concluye con la frase “Todo al son del chucu-chú” y que en seguida fue objeto de análisis para todo el grupo.

“Cuando terminó de leerlo se empezó a reír y dijo: `parece escrito por Inés`, otra compañera que tiene un estilo de escritura más lúdico. Alguien más agregó: `esto parece el juego de los espejitos, nos vemos reflejados unos con otros`”, cuenta Lemelson sobre el resultado puertas adentro de la confección del libro: “tomar la palabra del otro, poder jugar y reescribirla”.

Espacios propios

Maón Tipulí es un programa integral dedicado a la salud mental “orientado a lo que sería el dispositivo de hospital de día, pero que lo trasciende”, explica. “Las personas no entran en tratamientos universales sino que son tratamientos singulares que se van armando con cada uno”, aclara.

La premisa central es la de un espacio de producción subjetiva con talleres de música, teatro, artes plásticas, lectura y escritura, un área laboral y un área para jóvenes. Allí no se hace un tratamiento psiquiátrico, pero se articula con los profesionales y las instituciones que derivan a los participantes.

Llegan a Maón -un lugar que no tiene la disciplina estricta de hospital- personas con problemáticas de salud mental psiquiátricas “que tienen con dificultades para insertarse en el campo social, tanto sea en la pertenencia a algún grupo como en el trabajo”, señala Lemelson.

“Eso -añade- nos deja en un lugar particular como dispositivo, de cierta posición adentro y afuera. Estamos en el campo de la salud pero no en un hospital, lo que permite que circulen otros sentidos”.

En sintonía con la nueva Ley de Salud Mental que evita las internaciones y que refuerza las instituciones y asociaciones civiles, Maón Tipulí apuesta con una fuerte mirada social a alojar a las personas “desde sus diferencias y sus dificultades”.

Aportes

Si bien es gratuito, “todos dan un aporte -una palabra buscada, aclara Lemelson- desde la persona que vive en un hotel y su aporte es una bolsa de azúcar por mes hasta el que puede poner un poco de dinero. Todos tienen algo para aportar a la comunidad, para los compañeros y para los talleres”.

¿Qué les aporta la literatura a los participantes de Maón? “La marca indeleble de que algo permanece. El libro es algo que queda y circula. Es importante la circulación y el hecho de ser mirados por otros, de existir a la mirada social”.

Una de las autoras, Inés Polichenco, que se autodefine en el “Ridículum Vitae” como alguien que “casi eternamente se equivoca y no lo dice desde La Boca”, redacta divertida y contundente: “Escribir es jugar al ser y no ser; engañarse a sí mismo; aventura; pintar con distintas máscaras; saber y querer; no querer y saber; creer y crecer, fingir y ser igual; demoler el alma; vos y yo; un dibujo de garabatos cual palabras”.

“Libro/e juego” se puede conseguir en Tucumán 3238 piso 3 en el barrio de Abasto, donde funciona esta morada terapéutica. También se pueden aportar materiales para que escribir siga siendo un espacio de libertad.

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