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EL LIBERAL . Santiago

¿Por qué ciertas personas no celebran nunca su cumpleaños?

20/07/2019 22:13 Santiago
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¿Por qué ciertas personas no celebran nunca su cumpleaños? ¿Por qué ciertas personas no celebran nunca su cumpleaños?

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Existen diversas razones que pueden ser de origen religioso o espiritual. Los testigos de Jehová no celebran los cumpleaños después de que Orígenes de Alejandría los declarase pecado de orgullo y de que San Agustín los sustituyese por la fiesta de los Santos. Los musulmanes, los budistas y los taoístas desaprueban también estas celebraciones por diferentes razones, del mismo modo que, durante una cierta época, el catolicismo animaba a celebrar únicamente los aniversarios de matrimonio (aniversario de un sacramento) y de defunción (las novenas, aniversarios de entrada en la vida eterna). El movimiento “new age” (nueva edad), también rechaza la aritmética del calendario de cumpleaños como pura convención que no refleja las únicas evoluciones dignas de ser conmemoradas, las personales (reencarnación, sentimiento de realización, etc.) Acercarse a ciertas fechas de aniversarios puede suscitar angustia. Hablamos de los aniversarios que nos recuerdan proyectos inacabados o sentimientos de fracaso; llegar a los 35 sin hijos, divorciarse a los 40 o 45, que te despidan por una causa injusta, vivir un accidente o la muerte de un ser querido, sentirse inútil y dejado, etc. En dichos casos, el cumpleaños o no se celebra, o se celebra de mala gana o a escondidas. ¡Y los que cumplen el 29 de febrero que le pidan cuentas al calendario!... Un poco de humor!!!

Los que odian su cumpleaños

Muchas personas desean que el día de su aniversario pase desapercibido, es más, algunas pueden sentir desaliento o tristeza. Este sentimiento suele estar asociado a una sensación de “perder vida”. En otras palabras, se resta un año de existencia en este mundo. Este sentimiento puede estar asociado con una pérdida de control sobre nuestra vida o la de nuestros hijos, así como a una falta de aprovechamiento de nuestro día a día. En algunos casos, está relacionado con sensaciones de desazón y descontento con nosotros mismos en un área importante de nuestra vida (familia, trabajo, salud, etc). Las personas que evitan celebrar su cumpleaños, eligen otros registros temporales para la consecución de metas u objetivos, poseyendo marcos temporales diferentes, por ejemplo años naturales, cursos académicos, etc. Pueden existir determinados estereotipos negativos asociados a cumplir un número determinado de años; por ejemplo: “los adultos son unos aburridos”, “voy a tener que asumir grandes responsabilidades”, “cuando se llega a viejo, uno ya no sirve para nada”,  “los treinta y sin pareja: soy un fracasado”, etc. Situaciones que lo único que hace a nuestra parte interna de nuestra psiquis es padecer una autoestima bajísima que roza la depresión leve o un gran ciclamiento en el estado de ánimo, pero al ser episódicas porque se dan en el contexto de la fecha de sus cumpleaños no puedo afirmar como criterio diagnóstico que pueda tratarse de una patología, pero sí un momento de desagrado agudo que daña a su propio yo.

Los que aman su cumpleaños

Celebración del aniversario de su nacimiento, un año más de vida, es un día que permite estar cerca de los tuyos, divertirse, ser el protagonista y recuperar de algún modo ese narcisismo de la juventud. En definitiva, es una forma de recibir amor y mostrar afecto ante las personas importantes para ti. Generalmente se asocia con el final de una etapa y el comienzo de otra donde se evalúan las metas alcanzadas y se fijan nuevos objetivos (ocurre algo similar al 31 de diciembre de cada año). Es un punto de inflexión para posibles cambios. En líneas generales se trata de personas centradas en el presente, que disfrutan en mayor medida de cada momento y situación que se presenta. Afirmaciones como “hoy es el mejor momento para hacer algo” representan su forma de pensamiento. Se asocia a personas optimistas, que interpretan el paso de la vida como una oportunidad para aprender, superar limitaciones y vivir nuevas emociones y experiencias. Para que esto ocurra es necesaria la existencia de ciertos elementos como la salud, una red social y la ausencia de traumas asociados a ese día.

Por qué tenemos crisis cuando cumplimos años

Soplar velas puede ser un acontecimiento traumático y más conforme el número aumenta. En función de la cifra que indique nuestra torta de cumpleaños, podemos ser más propensos a sufrir una crisis.

La crisis del cuarto de siglo

A los 25 o 30 años a uno aún se le considera joven y más ahora que “los 30 son los nuevos 20”, pero eso no quita que podamos ser víctimas de una crisis. La falta y precariedad del empleo, así como la imposibilidad de independizarse, llevan a muchos jóvenes formados a sumergirse de lleno en ella. Debido a las circunstancias socioeconómicas actuales la gente joven ve como ha perdido oportunidades a nivel laboral y eso repercute en su autonomía económica. Acontecimientos como la fragilidad laboral o la globalización hacen que los objetivos de muchos se vean frustrados. Se trata de un fenómeno social reciente, dado que para otras generaciones no era tan frecuente, pero es una realidad y se caracteriza por cuatro fases; la sensación de “bloqueo” en un trabajo o una relación, una creciente sensación de que el cambio es posible, un período de reconstrucción de una nueva vida y el desarrollo de nuevos compromisos, intereses, aspiraciones y valores. Mucha gente afirmará que la crisis del cuarto de siglo no existe. La verdad es que nuestros 20 años no son como los de nuestros padres, ahora ser veinteañero da miedo. Debes luchar contra millones de graduados para obtener tu primer trabajo, luchar para pagar una hipoteca y para encontrar maneras de organizar todas tus relaciones.

La crisis de la mediana edad

Es conocida por todos como la “crisis de los 40” y se caracteriza por sentimientos de insatisfacción, ya sea con el matrimonio, carrera o la salud e implica hacer cambios rápidos en un esfuerzo por remediarlo. Muchas veces esto puede llevar a tomar decisiones drásticas, como el divorcio, las compras compulsivas o el abandono de la familia. La de los 40 tiene más que ver con una persona que se sigue viendo joven, pero con mucha carga de responsabilidad (trabajo, familia…), además de experimentar miedo a que no se den más cambios en su vida y a la falta de libertad. También hay otra época de crisis más hacia los 50, en especial sufrida por las mujeres donde el peso del atractivo físico es mayor que en el hombre, al ver que su aspecto se va deteriorando o toma mayor consciencia del envejecimiento. Gran parte de estos motivos llevan a muchos a tener una aventura. Según un estudio de la Universidad de Chicago, el 25% de los hombres casados tienen al menos una relación extramarital. No obstante, otro estudio sugiere que las personas son más proclives a ser infieles en las edades terminadas en cinco y cuando se es joven. Hay quienes cometen una infidelidad motivados por un deseo de cambio o porque buscan un apoyo fuera, si la pareja está en crisis. Pero también estas crisis se pueden reflejar en evasión de responsabilidades, que no solo tiene por qué ser una aventura, simplemente uno comienza a pensar más en sí mismo en general.

El síndrome del nido vacío

Toda crisis va ligada a sucesos estresantes o a los grandes cambios. Para muchos que los “polluelos vuelen del nido” puede ser motivo de depresión y se presenta con una sensación de soledad, tristeza y ansiedad. La crisis clásica del “síndrome del nido vacío” se produce cuando los hijos se van de casa. Antes esta crisis se daba alrededor de los 50 años, pero ahora se ha retrasado a los 60 porque los hijos se independizan más tarde. Por desgracia, antes podíamos englobarla dentro de las de mediana edad. Sin embargo, dada la situación económica, muchas personas no pueden irse de casa hasta edades avanzadas. Después de casi una vida cuidando a los hijos, al irse estos, se pierde el sentido y se entra en una sensación de vacío e incertidumbre.

Cumplir años y cumplir con tu autoestima

Como casi siempre, tenía planeado un post para esta semana que pasará al cajón de las futuras notas (jejejeje). Porque el pasado miércoles fue todo un experimento de cómo un cumpleaños puede ser una excelente oportunidad para regalarnos un poco de autoestima de la buena. No hay nada como experimentar en las propias carnes aquello que se habla con los pacientes. Creo que siempre es bueno llegar a conclusiones de lo que funciona y lo que no. Y más aún compartirlas como neuropsicólogo del día a día, por ejemplo puedo citar:

Déjate querer. 

Es tu día, vos eres el protagonista. Una de las creencias limitantes más insidiosas hace referencia al merecimiento y, sin llegar a pretender ser lo único para la vida de los demás, acepta y dale la bienvenida a que te canten, te tiren de las orejas y te agasajen de todas las formas y colores posibles. Los que te quieren estarán encantados y tú trabajarás este merecimiento personal, que a veces tanto nos cuesta, sin darnos cuenta. Forma parte de nuestra necesidad de reconocimiento sano. Busca la forma de celebrarlo como quieras. También está la faceta de felicitar y esforzarse para hacer sentir bien a los demás cuando les toque su cumple, claro.

Invita a la sorpresa. 

Uno se va volviendo viejo cuando deja de hacer cosas nuevas. Al margen de sorpresas que puedan venir de afuera, haz algo que no sueles hacer, aunque sea una «tontería». En mi caso, lo celebré con la familia. Te puede parecer raro (aunque la rareza es un concepto estadístico), pero suelo dejar a mi familia para el último lugar (qué tonto ¿no?), dando preferencia al círculo de amigos (¿se lo merecen?). El fin de semana cambié mi patrón y además de sorprenderme a mí mismo, mi familia se sintió protagonista y feliz. No hay nada como sorprender a los propios invitados, que también se lo merecen.

Concédete tu espacio. 

En un par de clínicas y consultorios privados donde trabajé te regalaban el día de tu cumple como festivo. El caso es que siempre puedes hacer de tu día algo más especial si agarras un día de vacaciones y lo aprovechas como si nunca lo hubieras tenido, aprovechando el espacio y el tiempo para festejarlo. Tranquilamente puedes disponer de un tiempo libre para brindarle a tu autoestima y a tu ser interior una gratificante fiesta de cumpleaños. Incluso si tienes que dejar la oficina, el consultorio o la empresa; puedes hacer de tu día algo especial que seguramente te lo harán de forma sorpresiva tus compañeros o colegas para compartir tu alegría. Y, por supuesto, regálate algo que te guste.

Transforma eso que te molesta. 

Este principio vale para todo y esto sirve para todo, pero en este caso pasa por aceptar realidades impensables; tienes un año más y en tu vida hay gente que ya no está. Bajar el volumen de pensamientos catastrofistas o dramatizantes y poner en marcha nuestra capacidad creativa  para romper convenciones sociales que no nos convenzan. En este caso, un grupo de amigos, llegó a ser un problema en el tema de los regalos. Siempre íbamos los mismos a compartir con el cumpleañero y nadie contribuía a dar ideas. Así que llegamos a un acuerdo para que el cumpleañero redactara su propia lista. Y, por supuesto, siempre le cae algo que no está en el guión, o sea, lo que transformaría lo que en algún momento llegó a ser una molestia por ser siempre los mismos, pero eso depende de cuánto quieren cambiar los amigos para transformar en formas distintas el festejo de cumpleaños, y así todos contentos.

Agradece las atenciones. 

Es una buena forma de «quedar en paz», internamente eliminamos la sensación de deber algo a alguien y nos refuerza. Lleva esto a las redes sociales; en vez de poner un estado genérico en Facebook, tómate el tiempo para comentar las felicitaciones una a una. Y ya verás lo que pasa. Es una gran oportunidad para reencontrarse con amigos y dar la bienvenida a otros nuevos. Aumenta y fortalece tus lazos de pertenencia.

Toma conciencia de tu año. 

Un cumpleaños es un fin y un principio. Es muy sano hacer una pequeña retrospectiva, pararse a pensar qué tal ha sido el año y si se han cumplido las expectativas que teníamos. Si escribes un diario, mira tus entradas, observa tus fotos… llega a la conclusión que hay que ponerse objetivos y retos. Ya dijimos que el cumpleaños es una de las tres fechas clásicas para proponerse objetivos. Una vez hecho el ejercicio anterior, es más fácil. Al comprometerse con uno mismo, también daremos sentido a esas felicitaciones que nos desean que se cumplan nuestros sueños. A mí me gustan mucho los sueños, pero más aún las realidades que se les parecen. Por mi parte, he empezado mi año de una forma excelente, con una carga importante de energía y planes sociales. Aunque no siempre fue así, a día de hoy me gusta el cumpleaños porque nos permite el homenaje justo, por un día parece que tenemos el cetro de mando y la corona, que cedemos a otros. Tu cumpleaños será un día especial, si vos quieres que lo sea en ayuda con tus seres más cercanos como lo son tus amigos de verdad.

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