Perpetua para el verdulero por asesinar a su ex esposa y forzar a la orfandad total a sus ocho hijos Perpetua para el verdulero por asesinar a su ex esposa y forzar a la orfandad total a sus ocho hijos
“¡No tengo nada para
decir!”, disparó tajante
ayer el verdulero Marcelo
De Pablo. Diez minutos
después, el tribunal de juicio
oral lo condenó a prisión
perpetua, la máxima
pena por haber asesinado
a su ex esposa, Claudia Giménez,
en 2020, y recién
podría ser reintegrado a la
sociedad en el 2052.
“Homicidio doblemente
agravado por relación
de pareja y mediar violencia
de género” fueron los
cargos delineados por los
fiscales, Ximena Jerez y
José Piña.
La querella fue
ejercida por María del Valle
Rodríguez y Andrés
Bulacio. La defensa, por
Cecilia Pinto y Diego Leguizamón.
La historia visible recuerda
que el 30 de septiembre
de 2020 Marcelo
De Pablo (47) bajó de su
camioneta e irrumpió en
la casa de su ex pareja,
Claudia Giménez.
Siete
meses atrás se habían separado
y él la tenía penada
con ponerse de novia nuevamente.
A diferencia de los habituales
tratos denigrantes,
sin piedad, el comerciante
la asesinó frente a
dos de sus ocho hijos. Y
después huyó hacia el
monte.
Rarezas de esta historia,
dos años después, nadie
logró adentrarse en la
psiquis de De Pablo, ni
descifrar por qué tanto
odio a su ex esposa y a todos
los hijos.
Los psiquiatras ratificaron
estar frente a un sujeto
que comprendía la
criminalidad de sus actos.
Por ende, la única explicación
convincente es que en
la película negra de De Pablo
“la única responsable”
fue la víctima, por haberle
pedido la separación.
Tamaña mente retorcida
se llevó la vida de Claudia
Giménez y sumió en
un dolor imposible de cicatrizar
a hijos, hermanos,
progenitores y amigos.
Los más grandes se vieron
forzados a suplir las figuras
de sus padres y consolar
a los hermanitos más
pequeños.
Incapaz de dimensionar
los alcances de su barbarie,
De Pablo esperó
ayer el veredicto.
Solo sus
pies moviéndose con insistencia
delataron nerviosismo,
impaciencia, o molestia.
Ninguno de sus hijos
estuvo presente. No era
necesario.
Todos conocían
el corolario de una película
de terror, cuyo triste papel
de muerte le fue impuesto
a Claudia por imperio
del filo impiadoso de
un cuchillo tipo carnicero.
Cuando la secretaria
leyó “prisión perpetua”,
De Pablo bajó la mirada y
buscó a su alrededor.
Esa
fría sensación de soledad
caló en lo más hondo de
su ser. Sus ojos desnudaron
la naturaleza muerta
de un hombre que hizo
mucho daño. Ahora tal vez
percibirá que las acciones
que sus abogados amagaron
ayer enmendar, fueron
consumadas en un
mundo diferente y abismalmente
divididas por
una vida segada por 38
cortes de cuchillo, de las
cuales 11 se situaron en el
tórax y una en el abdomen.
Pena máxima: desestiman
la inconstitucionalidad
El tribunal desestimó en la víspera el planteo de inconstitucionalidad
ensayado e invocado por la defensa, en la penúltima
audiencia del debate oral y público.
Por ende, con la prisión perpetua, De Pablo deberá purgar,
sí o sí, 30 años en prisión. Tiene 47 y la lógica indica que
podría reintegrarse a la sociedad a los 77 años.
Como mínimo,
tres décadas le llevarán pagar el delito de asesinar a Claudia
Giménez.
Ahora, serán las autoridades de la penitenciaría quienes
definirán el destino final del comerciante. Una vez cerrado el
juicio, los guardias le colocaron las esposas y se lo llevaron al
transporte. De Pablo miró por última vez pasillos, rostros,
puertas y vehículos. La Justicia determinó que debe sacarlo
de circulación al menos hasta el 2052.








