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LA CASA ROSADA, EL GRAN SÍMBOLO DEL PODER

POR EDUARDO LAZZARI, HISTORIADOR

10/12/2023 06:00 Viceversa
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LA CASA ROSADA, EL GRAN SÍMBOLO DEL PODER LA CASA ROSADA, EL GRAN SÍMBOLO DEL PODER

El Palacio de Gobierno de la República Argentina será testigo hoy de un nuevo relevo en la administración del Estado, como lo ha sido desde los tiempos de la fundación de la ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre. Don Juan de Garay, el fundador, llegó desde Asunción del Paraguay, y el 11 de julio de 1580 procedió a asignar los terrenos para los nuevos habitantes y sobre todo para las nuevas dependencias políticas, militares y eclesiásticas. Así fue como las dos manzanas al este de la plaza mayor fueron asignadas al fuerte y a las barracas de la guarnición militar que tendría su asentamiento en la nueva población.

Difícil es pensar que el vasco Garay haya imaginado que casi cinco siglos después ese poblado iba a convertirse en una de las grandes ciudades de la Tierra y que ese lugar asignado al poder militar terminaría convirtiéndose en la sede del gobierno del país más extenso del mundo en el que se habla español. Si se vuelve a fines del siglo XVI, se sabe que hacia 1595 comenzó la construcción de la fortaleza sobre las barrancas del río de la Plata ordenada por el gobernador del Río de la Plata y del Paraguay Fernando de Zárate, quien la denominó como "Real Fortaleza de don Juan Baltasar de Austria" en homenaje al hijo del emperador Carlos V, rey de España, muerto en 1578. l

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EL FUERTE EN LA ÉPOCA COLONIAL

llevar adelante las obras hizo que se pensara en una gran muralla de tierra apisonada que llegaba a los seis metros de ancho en algunos sectores, con cuatro baluartes para dos piezas de artillería cada una, lo que se convirtió en una mole poco agraciada en la que convivían los oficiales de la guarnición militar con la sede de la gobernación que desde 1617 se llamaría del Río de la Plata y desde 1677 de Buenos Aires.

Allí vivieron todos los gobernadores nombrados por la corona española hasta la creación del virreinato del Río de la Plata en 1776, cuando pasó a ser la residencia de los once virreyes hasta 1810.

El arquitecto José García Cáceres construyó a fines del siglo XVIII la Casa de los Virreyes, ubicada en el espacio que hoy ocupa el patio de las palmeras en la Casa Rosada.

Durante todos estos años el Fuerte estaba separado por un foso y un puente levadizo del terreno limitado por la Recova, ocupado por las barracas que servían para vivienda de los soldados y los reparos de aprestos militares. Eran tiempos de los virreyes Pedro Melo y Antonio Olaguer y Feliú.

Más adelante, en el despacho de los virreyes tendrían lugar algunas de las tensas reuniones entre el último titular, Baltasar de Cisneros, y los líderes revolucionarios en 1810.

EL FUERTE EN TIEMPOS DE LA INDEPENDENCIA

A pesar que la fortaleza se había mostrado inútil en su función militar, sobre todo durante las invasiones británicas de 1806 y 1807, una vez producida la Revolución de Mayose la siguió usando como oficina de los gobernantes porteños y argentinos hasta los tiempos de la Constitución de 1853. La Junta Gubernativa de Mayo de 1810, los dos Triunviratos, los Directores Supremos y los posteriores gobernadores de Buenos Aires usaron la vieja Casa de los Virreyes como su despacho, incluso algunos como su residencia, pero se destaca que los dos primeros presidentes argentinos Bernardino Rivadavia y Vicente López y Planes usaron el mobiliario de los tiempos coloniales y es la época en que fue tapado el foso que rodeaba la gigantesca construcción.

Juan Manuel de Rosas prefirió en sus largos años de gobierno utilizar su propia casona de Palermo de San Benito para gobernar, lo que produjo un deterioro en las instalaciones del fuerte producto del abandono y la falta de uso. Luego de la batalla de Caseros el antiguo despacho de los virreyes volvió a ser asiento del poder ejecutivo provincial y desde allí se gobernó Buenos Aires en los años de la secesión de la Confederación Argentina entre 1852 y 1861. En 1857 se construyó sobre el río la nueva Aduana, proyecto del arquitecto Edward Taylor y se comenzó con la lenta demolición de los muros del fuerte.

EL TIEMPO DE LASPRESIDENCIAS CONSTITUCIONALES

Producida la reunificación definitiva de la República, el director provisorio y luego presidente Bartolomé Mitre ordenó algunas obras de embellecimiento de la Casa de Gobierno, ya sin muralla por lo que podía ser contemplada desde la plaza mayor y sus alrededores. Mitre mandó plantar unos jardines dentro del recinto rodeado por un modesto enrejado. Al convertirse en presidente Domingo F. Sarmiento y luego de sufrir la casona un par de incendios, le fue agregado un balcón y como símbolo de la unión nacional, el sanjuanino mandó pintar la fachada de la casona con el color resultante de la mezcla del celeste unitario y el rojo punzó federal, lo que definió para siempre el color del palacio, que comenzó a ser llamado entonces "Casa Rosada".

Es también el tiempo del inicio de la construcción, al sur del terreno antes ocupado por el fuerte, del Correo Central de Buenos Aires, una obra encargada al arquitecto sueco Carlos Kihlberg que, terminado en 1879, su estilo marcaría las posteriores ampliaciones de la Casa Rosada.

En 1882 el presidente Julio Argentino Roca encargó a otro arquitecto sueco, Gustavo Aberg, la construcción de una fachada que guardara relación con la del Correo, con dos diferencias notables: las ventanas del primer piso fueron reemplazadas por una loggia (balcón en galería con columnas) y un balcón central saliente. Comenzaron además las obras para dotar de salones y despachos a la nueva casona del poder.

Para 1885 desde la plaza de Mayo se contemplaban dos edificios similares separados por una calle: el Palacio de Gobierno y el Correo Central. Se decide entonces unificar las dos construcciones, unirlas por medio de un arco monumental que oficiaba como memoria del antiguo portal del fuerte, consolidando las tres fachadas restantes en estilo italianizante, obra del arquitecto italiano Francesco Tamburini. Al unirse dos palacios precedentes, se descubrió que no tenían la misma altura, por lo que la cornisa superior que unifica el conjunto muestra un "escalón" descendente en la unión entre el arco central y el viejo Correo, diferencia que además obligó a que las escaleras de un lado y del otro del proyecto de Tamburini tengan un escalón menos en el ala sur.

Una de las estancias más conocidas y de decoración exquisita es el Salón Blanco, durante un siglo testigo de los traspasos presidenciales, que fuera estrenada por el presidente Miguel Juárez Celman y luce sobre la chimenea una extraordinaria representación de la República tallada por Hettore Ximenes, el escultor también del mausoleo de Manuel Belgrano. Ya por entonces era costumbre situar los bustos marmóreos de los presidentes argentinos en el Hall de Honor.

EL SIGLO XX

Consolidada la gigantesca construcción, fue la sede de todos los ministerios hasta la década de 1930, y la Casa Rosada se convirtió en el símbolo del poder argentino ante el mundo desde que fue la sede de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en 1910. Como una consecuencia no pensada de esos festejos, la obesidad de la enviada real española, la infanta Isabel de Borbón, hizo que se instalara un ascensor, hoy presidencial, que fue el primer toque de modernidad de la sede del gobierno. El drama personal del presidente Roque Sáenz Peña, que sufría una enfermedad que le imposibilitaba moverse, hizo que un sector del palacio se adaptara como residencia, lo que no había ocurrido nunca desde Mitre. Así el actual despacho presidencial fue convertido en el comedor, una de las galerías del patio de las palmeras fue cerrada con vitrales para incorporarla como sala de estar, aunque para morir Sáenz Peña eligió su palacio familiar en Palermo.

En 1938 se produjo una tragedia patrimonial, a partir del hecho de que la Casa Rosada era considerada una propiedad personal de los presidentes. Agustín Pedro Justo, que además de militar era ingeniero civil, consideraba que el Palacio de Gobierno era anticuado y decidió demolerlo. Comenzó el derrumbe en el ala sur, y ante la evidencia del desastre, su antecesor Marcelo de Alvear y su sucesor Roberto M. Ortiz, le pidieron que detuviera el arrasamiento, cosa que ocurrió, pero destruyó para siempre la simetría de la fachada que da a la Plaza de Mayo y que el frente que da al Palacio de Hacienda, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, sea la pared menos decorada de la Casa Rosada.

Esa mala costumbre de considerar propiedad privada del presidente en el cargo a la sede del Poder Ejecutivo tuvo dos hitos más: durante el gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía todo el sector presidencial en el ala norte fue decorado al estilo de los años '60, y la boiserie de varios salones e incluso del despacho presidencial fue tapada con paneles de cuerina marrón, retirados varios años después. Y en la década del 2000, varios salones que mostraban deterioro por su mal uso, pero que tenían una decoración realizada por excelentes artistas fueron convertidos a la modernidad, como el viejo Salón Este, que fue transformado en el Salón de las Mujeres Argentinas, para lo cual se pintó con latex blanco encima de pinturas murales exquisitas,a la vez que el piso original de roble fue cambiado por pisos flotantes durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Hoy un nuevo ocupante, mandatario de todos los argentinos, comenzará a utilizar esta querida casona símbolo del poder político y sobre todo de la historia constitucional argentina. Su preservación y conservación es una tarea que debe ser de todos los responsables del patrimonio argentino, que algunas veces no han estado a la altura de las circunstancias, pero siempre es un buen momento para empezar a hacer las cosas bien.

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