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Crónicas entre el límite de la locura y la cordura

Por Belén Cianferoni.

02/06/2025 01:00 Viceversa
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Crónicas entre el límite de la locura y la cordura Crónicas entre el límite de la locura y la cordura

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADOMe quedé navegando con Magui Díaz Daviú entre los confines de la cordura y la locura. Magui es médica psiquiatra y trabajó mucho tiempo en el Hospital Psiquiátrico Diego Alcorta, pero hoy está entrando en las aguas profundas de la literatura. Y nos quedamos charlando, de barcaza a barcaza. Así como Dante tuvo a Virgilio para guiarlo a los abismos del infierno, yo tenía a Magui para que me comentara y me acompañara en los abismos de la locura.

Transitar por los recuerdos puede ser doloroso, así que tuve el cuidado de reírme cuando pude, para evitar caer en el dolor complaciente. Espero no haber parecido maleducada.

Me enteré de su nuevo libro por un video en redes. Caí en la estrategia audiovisual, y la verdad es que me dejó enganchada. Conseguí su número y le pregunté por su nuevo libro, Diego de noche, que iba a ser presentado al día siguiente en Sixto Espacio Cultural de Marcos VIzoso. Para cuando estén leyendo esta crónica, chicos, ya sabrán que fue el sábado... y que el libro es una maravilla. Duele y nutre por igual, porque cuando una cree que hay un límite al dolor que alguien puede experimentar, siempre aparece un fenómeno más en sus palabras.

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Voy a ser sincera: fui advertida. Esto es realidad ficcionada. Pisa con cuidado me dijeron.

Daviú es ágil y agradecida mientras navega. Comenta con mucho cariño que, aunque parezca sola en este botecito de palabras, está acompañada por todo el equipo de resistencia y trabajo que tuvo en el Diego. Yo la miraba: mitad Juan Salvo del Eternauta, mitad Maya Angelou. En su voz se sentía el afecto de todos los que estuvieron con ella. Y entendí que, en medio de tanto dolor, pudo armar una red de contención para poder distinguir el límite entre la cordura y la locura.

Un día cualquiera, cualquiera puede descarrilar y perder el hilo. Nos puede pasar a todos. Nadie está libre de caer en estos pagos oscuros y afilados, por más rico y noble que consideres a tu patrimonio. La locura no distingue: te abraza por igual y siempre espera para el día más insospechado.

Aumentaba mi atención porque la voz del Guasón —el del cómic The Killing Joke— le daba toda la razón a Magui:

"Así que cuando te encuentres atrapado en un tren de pensamientos desagradables, dirigiéndote a los lugares de tu pasado donde los gritos son insoportables, recuerda: siempre existe la locura.

Puedes simplemente salir y cerrar la puerta, y todas esas cosas horribles que sucedieron, puedes encerrarlas.

La locura... es una salida de emergencia.

(…) Basta con un mal día para reducir a la locura al hombre más cuerdo del mundo.

Así de lejos está el mundo de donde estoy yo.

Solo un mal día."

Toda esa oscuridad, esa distancia, esa niebla, no asustan a la psiquiatra que tengo enfrente. Porque no recuerda solo lo feo, sino la alegría de haber estado acompañada —y acompañando— en el peor momento de la vida de algunos.

La verdad es que uno empieza a darse cuenta de lo frágil que es, incluso cuando trabaja en ese límite entre lo que es cordura y lo que no. Si mirás para abajo y te perdés en ese abismo que te devuelve la mirada, la gravedad puede atraparte.

Hay preguntas que una no se hace. Simplemente, se sigue adelante, remando en este caos, intentando hacer un mundo mejor o desenmarañar la nube de pensamientos que enturbia nuestra agua de salud mental. Ella, con una sonrisa casi automática, refleja cualquier posibilidad de miedo. Su guardia ya terminó, su trabajo concluyó, ahora está partiendo hacia otros tumbos… pero no deja de reconocerlo: "El límite es difuso".

—Trabajar en el hospital me situaba en el lado de la cordura, para poder trabajar ahí —dice.

La razón misma la interpela. La hace dudar de sí misma. Cuando me adentré en la experiencia del libro y conocí a los personajes que lo habitan, quedé maravillada ante las miles de posibilidades que te brinda la mente humana.

Nosotros nos reconocemos. Podemos abrazarnos y hasta declararnos la guerra, y aun así sabemos distinguirnos los unos a los otros. Más y más hablaba Magui, y más y más comentaba sobre el amor que tuvo para no andar sola en los caminos del Diego Alcorta. Yo esperaba escuchar alguna receta secreta para distinguir cuándo estoy empezando a perder la cordura… pero terminé con una respuesta más desconcertante de lo que esperaba.

Trabajar con ficciones puede ponerte ante una marea casi interminable de ideas en la cabeza, que no siempre son buenas ni sanas para tu mente, tu espíritu o tu cuerpo.

El secreto está afuera tuyo. La verdad está en el cariño y en el amor del abrazo del otro. Generar vínculos, trabajar todos los días con un objetivo común, y estar siempre abierto para aprender cosas nuevas y vivir experiencias distintas, mi estimado lector, puede salvar tu mente y tu alma. Leer el libro Margarita Diaz Daviú no solo te interpela, sino que te acompaña. 

Me despido para seguir almorzando, mis queridos lectores. Esta crónica me ha dejado demasiado en el filo de la cordura, y necesito los abrazos de mis sobrinos para volver a sentirme cuerda y viva.

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