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175 años de ausencia del Padre dela Patria

Por José Olivieri.

17/08/2025 06:34 Opinión
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Su personalidad

Cómo, ante su sencillez y austeridad, se agranda la figura impresionante de aquel gran Capitán de los Andes que, de la nada, creó el regimiento más disciplinado, respetado e incuestionable: los Granaderos a Caballo. Esta fuerza luchó desde 1813 en San Lorenzo hasta 1824 en Ayacucho, la última batalla por la independencia. A pesar de que, en 1822, su creador renunció a la jefatura, continuaron luchando, respetando la disciplina y las enseñanzas del añorado general. 

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De la pobreza de Cuyo, creó el milagro del Ejército delos Andes, con el que llevó a cabo la epopeya del cruce militar más elevado delplaneta, para liberar medio continente.

Sin embargo, a su poder lo limitó con la humildad de su personalidad y la convicción de sus ideas, y lo demostró con hechos que trascendieron de tal manera que la historia lo eternizó por aquellas acciones dejándolo como ejemplo y legado para las generaciones venideras.

Se negó a aceptar el ofrecimiento unánime de ser el Director Supremo de Chile y sugirió que lo más conveniente era elegir un chileno para ese máximo cargo, recomendando a su amigo Bernardo de O'Higgins. 

No tuvo inconveniente en despojarse de los atributos que ostentaba como Protector del Perú y le dejó la gloria del final de la guerra a Bolívar, todo para no poner en riesgo lo logrado hasta entonces. Siempre fue más fuerte su valor patriótico que la ambición personal.

La decisión que tomó luego de la entrevista de Guayaquil -despedirse del pueblo peruano, al que nunca lo olvidó- nos da una idea de toda la dimensión de su grandeza.

Después de sus triunfos, nunca entró victorioso, ni ostentó el poder. 

Pocas veces se lo vio con sus deslumbrantes uniformes de gala; prefería vestir su sencillo de Granadero. 

Sufrió los avatares de su autoexilio cuando llegó a Europa y fue apartado y todo su equipaje revisado,como a un delincuente,haciéndole sentir la mayor humillación, solo porque desde Buenos Airessus detractores habían informado que en días estaría llegando un general revolucionario y que era de suma peligrosidad su presencia en cualquier nación.

A estos infortunios se le sumó la falta de pago de sus pensiones.

Regreso frustrado

En 1829 decidió volver a su patria para descansar por siempre en ella. Al llegar al Río de la Plata, decidió no desembarcar en Buenos Aires porque la vio desangrarse por el odio dela guerra civil desatada entre hermanos,y partió nuevamente a su autoexilio para nunca más volver. 

Se truncó su sueño de morir en esta tierra. Prefirió siempre el sufrimiento personal antes que incomodar o acarrear problemas a algún gobierno con su presencia.

El ostracismo

En el ostracismo fue transcurriendo la vida de ese ilustre hombre que llegó al mundo con la gloriosa misión de poner fin a la opresión de pueblos sometidos.

Su pelo se tiñó de gris con el paso del tiempo. Sus movimientos se fueron viendo limitados. Sus pasos firmes de botas granaderas se transformaron en pasos suaves de un anciano guerrero que paseaba por las callejuelas de Grand Bourg llevando delas manitas a sus nietas.

Luego, las últimas imágenes que sus castigados ojos se esforzaban por ver con dificultad fueron de Boulogne-sur-Mer, elpuerto que, con sus muros,resistía al oleaje del Canal de la Mancha.

Alguna vez,en horas tempranas de una mañana soleada, se detuvo para señalar con su dedo dirigente -como años más tarde lo inmortalizaría el escultor Daumas en el monumento ecuestre- y, con voz ya apagada y nostalgiosa, indicarles a sus nietitas«Aquel barco está por salir para Buenos Aires».

Las chiquillas, adivinando el sentimiento que embargaba el corazón del abuelo, observaban el buque en silencio. El anciano, con su mirada fija en él, quizás se imaginaría arribando a un puerto de su amada América. Esa América cuyas calles ya no podría volver a caminar, como tampoco podría volver a contemplar las inmensas cordilleras donde se había inmortalizado su existencia. Los empedrados de Buenos Aires, de Santiago y de Lima, el sonido del trote de sus caballos y el crujir de los carruajes… -todo le habrá venido a la mente en aquellos momentos en que su agitada vida estaba enlos umbrales del fin-.

Sus últimos tiempos

El anciano de cabellos blancos y de capa negra sobre su espalda, aquel a quien el tiempo le había obligado a llevar un bastón en remplazo de su glorioso sable corvo, saliópor última vez alpuerto a contemplarla bruma producida por las aguas del Canal de la Mancha, acompañado por su hija. 

Ese 13 de agosto, de repente, se tomó el pecho y exclamó «Es la tempestad que llega al puerto. Regresemos, Mercedes. No me siento bien».

Ya nunca volvería aver un barco partir delpuerto hacia América, dejándole con la mirada y el pensamiento un mensaje de eterno amor a su patria.

Llegó el desgraciado sábado 17 de agosto de 1850. El cielo de Boulogne-sur-Mer, en consonancia con el de los Andes y el de su añorada América, se preparaba para recibir el alma de aquel hombre que a los setenta y dos años se disponía a partir. 

Sus despojos, al sepulcro. 

Su nombre y su imagen, eternamente en la historia de la humanidad.

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