Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Viceversa

Crónica de los intranquilos 

Por Belén Cianferoni.

07/09/2025 06:00 Viceversa
Escuchar:

Crónica de los intranquilos  Crónica de los intranquilos 

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

Llegamos a septiembre, pero ¿a qué costo, amoooor? La piel detonada por la alergia, las ojeras tan pesadas que si las pisamos nos tropezamos. Llegó el mes de Virgo, el mes del cumpleaños de mi padre y de mi hermano, y yo ya no sé si brindar con vino o con té de tilo.

Los bostezos me comen las letras, pero igual quiero hablar con ustedes, porque sólo me siento tranquila cuando me comunico. Es raro: siento que el tiempo nunca alcanza. Me levanto temprano, laburo, laburo, laburo, y aun así la sensación es siempre la misma: que nada alcanza, que nada es suficiente.

También te puede interesar:

Estoy intranquila pensando en impuestos, en facturas que no son dulces como las de membrillo con crema, sino amargas como el llanto de un niño que perdió el chupetín. Manejar los pendientes no es fácil: nadie me enseñó a domar esa jauría de tareas que ladran todas al mismo tiempo. Y claro, cuando no cumplís a tiempo, el remordimiento se te sube a la espalda como mochila rota, pesada e insistente.

Así que esta crónica, más que un desahogo, viene con algunos consejos de intranquila para intranquilos. Para esos días en que el corazón late como alarma de auto y no sabés por dónde empezar:

El primer paso siempre es tomar agua.

El segundo, perdonarte.

El tercero, aflojar los hombros, respirar y arrancar por lo más chiquito. Aunque sea tender la cama, mandar un mail, anotar en un papel lo que falta.

Porque la intranquilidad no se combate de un saque: se acaricia de a poquito, se doma como un gato salvaje que al final, con paciencia, se termina durmiendo en tus pies.

La intranquilidad también tiene su costado creativo: te empuja a inventar excusas, a armar listas infinitas en papeles que después no encontrás, a jurarte, que el lunes arranca una nueva versión de vos misma, organizada, eficiente, casi alemana. Spoiler: nunca llega ese lunes, pero el intento ya suma. Y mientras tanto, vivimos en ese equilibrio raro entre el deseo de estar en paz y la adrenalina de estar siempre corriendo. Como si el cuerpo y la cabeza jugaran a la mancha: cuando una parte se calma, la otra ya está inquieta, buscándote la vuelta.

Desde este lado del teclado te decimos: Comete la empanada más chica primero.

No hace falta devorar la docena entera. Arranca por una tarea chiquita: responder un mail, tender la cama, anotar en una lista. Esa mini acción es como el primer mordisco: después se hace más fácil seguir.

Me gusta trampearme con el truco de los 5 minutos. Decite: "Lo hago solo cinco minutitos". El cerebro cae en la trampa, arranca y, cuando te quieres acordar, ya vas media hora. Es como entrar al boliche diciendo "me quedo una hora" y terminar bailando hasta que prenden las luces.

3. El semáforo de prioridades.

Rojo: lo urgente, lo que explota si no lo haces hoy. Amarillo: lo importante, planifica cuándo.

Verde: lo que puede esperar sin culpa.

No hace falta jugar a ser bombero voluntario todos los días.

Podemos aprovechar nuestra regionalidad y aplicar El sistema Pomodoro, versión santiagueña. 25 minutos de foco absoluto + 5 de descanso. Como si fueran tandas de chamamé y chacarera: bailás, descansás, y después seguís sin que se te rompan los pies.

Esta parte suele ser mal usada, los premios. Premiate sin vergüenza. Cada vez que completes algo, date un mimo: un mate, un chocolatito, una siesta relámpago. El cerebro necesita saber que no todo es trabajo: también hay caramelos al final de la corrida.

No todo tiene que ser perfecto. A veces la procrastinación es miedo a que no salga bien. Mejor hecho que soñado, como dice la abuela: saca la tarea y después, si queda tiempo, la pules, pero recorda que la perfección no es tu rubro, tu trabajo es la de vivir.

Quizás ser intranquilos sea también nuestra manera de estar despiertos, de no dormirnos del todo en la rutina. Tal vez la calma no se encuentre en tachar pendientes, sino en aprender a abrazar ese ruido interno como parte de nosotros. Porque, al final, la intranquilidad no desaparece: se convierte en un murmullo suave, en una corriente que nos recuerda que seguimos vivos, buscando, respirando, latiendo.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy