Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Santiago

A dos meses del adiós de Francisco: Testimonio de una cobertura histórica

Por Cintia Suarez.

Cintia Surez en el Vaticano

Cintia Suárez en el Vaticano

21/06/2025 02:00 Santiago
Escuchar:

A dos meses del adiós de Francisco: Testimonio de una cobertura histórica A dos meses del adiós de Francisco: Testimonio de una cobertura histórica

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE EL LIBERAL Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

La muerte del Papa Francisco marcó el final de una era en la Iglesia universal, pero también dejó una huella imborrable en Santiago del Estero. En sus últimos gestos como pontífice, restituyó la primacía a la diócesis de Santiago del Estero y canonizó a Mama Antula, la primera santa argentina, en una ceremonia íntima y privilegiada en el Vaticano. Esta crónica en primera persona recorre los días de duelo en Roma, el velorio reservado en Santa Marta y la despedida de un Papa que supo mirar en las entrañas de la Argentina.

Día 1: La noticia que nadie quería recibir

También te puede interesar:

La noticia que nadie quería recibir llegó en la madrugada de la Argentina. Era el lunes 21 de abril a las 04:52, cuando la Sala Stampa de la Santa Sede envió un escueto aviso a los periodistas: "En breve comienza una transmisión en directo desde la capilla de la Casa Santa Marta". Minutos después, se confirmaba lo inevitable: el Papa Francisco había muerto.

"Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, ha vuelto a la casa del Padre. Toda su vida ha estado dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados (…)". Así lo expresaba el comunicado oficial, dos horas después del triste desenlace, leído por el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia.

Desde su última internación, el mundo seguía con atención cada parte médico. Su Pascua, como tantas veces evocó en vida, coincidió con la de Cristo: silenciosa, humilde, profundamente cristiana.

Esa madrugada gris trajo una noticia dolorosa, pero también una oleada de mensajes. Amigos, colegas, conocidos… todos expresaban el peso de la pérdida. Pero tal vez lo más conmovedor fue el silencio respetuoso de quienes caminaron junto a él, de los colaboradores fieles que lo acompañaron lejos de los focos.

Mientras tanto, se acercaba el mediodía en Argentina y yo me preparaba para viajar a Roma. Por cierto, en el mismo vuelo que solía elegir el cardenal Bergoglio cada vez que viajaba a Roma, por supuesto en un asiento de clase turista, a tono con la austeridad que lo caracterizó. Un viaje planeado en mi agenda hacía meses se transformó en despedida. Porque no se fue cualquier Papa. Se fue Francisco. Y con él, una parte de nuestra historia más reciente.

Día 2: Adentro de Santa Marta

Madrugada en Roma. Aeropuerto de Fiumicino. En la fila de migraciones éramos apenas unos pocos periodistas de los principales medios nacionales: tres corresponsales, figuras estelares de medios nacionales. Avanzamos hasta finalmente pasar migraciones. En el medio, contingentes de jóvenes que llegaban desde Brasil para la canonización de Carlo Acutis, el "milenial de jeans y zapatillas". Por el duelo, el evento había sido, por supuesto, cancelado.

Periodistas argentinos llegando a Roma

Luego de arribar al hotel, la actividad obligada como la de todo periodista fue ir a la Sala Stampa Vaticana. Colapso, caos y cientos de periodistas se agolpaban en Via della Conciliazione 54, en pleno Vaticano.

El lugar estaba colapsado de corresponsales. Del interior del país, la primera acreditación fue la de esta periodista, enviada especial del diario El Liberal.

Acreditación oficial de la Santa Sede a la corresponsal de EL LIBERAL en Roma.

Las calles de Roma empezaban a convertirse en una marea de turistas y curiosos que llegaban para despedir al Papa argentino.

Cayó la tarde y el cambio de horario comenzaba a sentirse en el cuerpo. El Vaticano difundió ese martes las primeras imágenes del Papa Francisco dentro del féretro.

Antes de cenar, en compañía de colegas y amigos, nos acercamos a uno de los portones del Vaticano. Allí, las medidas de seguridad eran extremas. Ante la Guardia Suiza explicamos nuestra cercanía al Papa Francisco y la necesidad de despedirnos. De manera excepcional, y casi como un hecho milagroso, se nos permitió ingresar al velorio íntimo en la casa del Papa: Santa Marta.

El eterno adoquinado nos condujo hasta la capilla de Santa Marta. Los guardias y la Gendarmería Vaticana extremaban los controles.

Una fila de cardenales y altos prelados colmaban el pequeño y acogedor lugar: la misma capilla donde Francisco celebraba diariamente la misa, alrededor de las 5 a. m.

Francisco yacía dentro de un féretro de madera forrado en terciopelo rojo, dispuesto en la capilla privada de la residencia, donde permaneció rodeado de sus colaboradores más cercanos y de numerosos cardenales presentes en Roma.

Me impactaron sus zapatos negros, esos que rompieron el protocolo papal: se los veía gastados, usados.

Nos detuvimos a rezar frente al féretro. Luego, un mayordomo nos entregó una estampita de Francisco.

No hay palabras para este encuentro ni para el privilegio de una despedida tan íntima y cercana.

Día 3: La señora de las flores amarillas

Roma era el centro de la escena mundial. Vuelos colapsados, hoteles con sobreprecios, restaurantes con largas filas de espera.

Sin duda, estar allí para reportar cada momento era un privilegio: único, histórico, movilizante.

Por la tarde estaba programado un rosario. Al cruzar la calle, encuentro a "la señora de las flores amarillas". Carmela Mancuso, una romana de 79 años, se hizo conocida cuando Francisco la mencionó públicamente al agradecer la presencia de los fieles el día que recibió el alta médica del hospital Gemelli, tras una larga internación. Desde entonces, muchos la reconocen como una presencia fiel y luminosa en la Plaza de San Pedro.

"Y él se fue al cielo y reza por todos nosotros", dijo con la voz entrecortada.

"La señora de las flores amarillas" (Foto: Infobae)

Carmela había regresado con sus inseparables flores amarillas, la bufanda multicolor y el suéter violeta ,los mismos que la acompañaron tantas veces en sus oraciones por Francisco. Pero esta vez, sus pasos la llevaron hasta la residencia donde, esa mañana de lunes, el Santo Padre había partido. Fue la única mujer laica autorizada a entrar en la capilla de Santa Marta para despedirlo, un gesto silencioso pero lleno de significado. En la puerta, con el rostro sereno y los ojos llorosos, Carmela parecía llevar en su mirada el dolor contenido de un pueblo entero. Como quien despide, no solo a un Papa, sino a un padre.

La última vez que lo había visto fue el Domingo de Pascua. Francisco apareció por última vez en público desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Estaba en silla de ruedas, sin las cánulas de oxígeno, visiblemente frágil pero firme en su mensaje. Ante 35.000 fieles reunidos en la plaza, pronunció con voz serena pero decidida su última bendición "Urbi et orbi"al mundo entero.

Día 4: Hacia San Pedro

El cuerpo de Francisco había sido trasladado, con un riguroso ritual, a la Basílica de San Pedro, donde las filas larguísimas se extendían hasta la medianoche.

Mientras, en las inmediaciones del Vaticano, llegaban cardenales de todo el mundo para despedir al Obispo de Roma, y también para el inminente anuncio del cónclave. Los periodistas ya palpitaban la elección del nuevo Papa. ¿Será un italiano?

Francisco, como un gran ajedrecista, había armado el Colegio Cardenalicio que elegiría al próximo pontífice. Una vez más, estaba a punto de sorprender al mundo entero.

Día 5: "No cabe un alfiler en Roma"

Multitud. Marea de gente. Asfixiante. Esas fueron algunas de las palabras que definieron ese día en Roma.

De repente, una alerta irrumpió en todos los celulares en simultáneo: advertía sobre la cantidad de personas que colmaban la zona vaticana.

Fue una noche de vela.

Día 6: El funeral

El sábado 26 de abril, a las 10 de la mañana, se celebró la Misa exequial del Papa Francisco en el atrio de la Basílica de San Pedro, según el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.

Como testigo privilegiada, esta reportera ingresó junto a la delegación argentina. El féretro del Papa Francisco reposaba junto a la imagen de la Virgen de Luján.

Cintia Suárez ingresó con la delegación argentina al funeral

Altos prelados, líderes del mundo, mandatarios, casas reales y miles de fieles colmaron la Plaza de San Pedro.

La liturgia exequial fue presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re. A continuación, siguiendo el estricto protocolo, el ataúd, simple como él había dispuesto, fue lacrado y cargado a peso. Luego fue trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor para su inhumación.

Se supo que tiempo atrás Francisco había recibido un mensaje interior que interpretó como una señal: "La Madonna me dijo: 'Prepara tu tumba'".

En aquellos días, bastaba que los cardenales o el público en general escucharan el acento argentino para que, de manera espontánea, me ofrecieran su pésame. Eran gestos simples pero conmovedores, que me atravesaban el alma. Ante tantas manifestaciones de afecto, y frente a la inmensidad de lo vivido, me invadía una mezcla de gratitud y conmoción profunda. Gratitud por haber tenido el privilegio de conocer a Francisco, de mantener con él una correspondencia privada, y de compartir momentos en el Vaticano. Y conmoción por ser testigo de un modo tan cercano, y tan humano de los últimos días del Papa que marcó un antes y un después en la historia. Todo lo vivido parecía superar los límites de lo personal para inscribirse, con humildad, en el corazón de la memoria colectiva.

Francisco no se fue del todo. Quedó en los gestos sencillos, en los zapatos gastados, en la voz firme que pidió libertad y paz hasta el último aliento. Quedó en la canonización de Mama Antula, en la restitución de la dignidad a la diócesis más antigua, en cada palabra dirigida a los pobres, a los descartados, a los que rezan en silencio.

Mientras los restos del Papa descansan en Roma, su legado viaja de regreso a esta tierra. A Santiago del Estero, donde su nombre ya forma parte de la historia grande. A cada rincón del país donde su mensaje sigue resonando. El corazón de Francisco, como el de Mama Antula, late hoy en el alma de nuestro pueblo santiagueño. ¡Esperamos verlo pronto santo!

Lo que debes saber
Lo más leído hoy